La descarbonización del transporte carretero de carga ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una necesidad estratégica y urgente para el sector logístico. Avances regulatorios recientes, como la Ley del Carbono en Brasil y las normas contables internacionales IFRS S1 y S2, demuestran un compromiso creciente de los países con la contabilidad y reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. A nivel global, Europa avanza con regulaciones como la Directiva sobre Diligencia Debida en Sostenibilidad Corporativa (CSDDD) y el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM), creando barreras para las empresas que no cumplen con estándares sostenibles. Para los transportistas, especialmente aquellos que atienden a exportadores y cadenas globales, adaptarse es esencial.
El mensaje es claro: los embarcadores están cada vez más atentos a las emisiones en la cadena logística. Reducirlas no es solo una cuestión regulatoria, sino también un diferencial competitivo en un mercado que valora la sostenibilidad y la innovación.
Existen tres pilares complementarios que permiten a las empresas del sector transporte avanzar en su proceso de descarbonización:
1. Eficiencia Operacional
La optimización de las operaciones es el primer paso para reducir emisiones. ¿Eso significa que cualquier iniciativa para reducir el consumo de combustible representa descarbonización? ¡Sí! Medidas como la planificación inteligente de rutas, la reducción de viajes sin carga y la capacitación de conductores para una conducción eficiente pueden reducir el consumo de combustible entre un 10 % y 15 %. El uso de catalizadores, el monitoreo de neumáticos y aditivos también contribuyen a este objetivo.
2. Innovación Operacional
Nuevos enfoques operativos pueden transformar el sector. El uso de camiones bitrenes, la colaboración entre empresas para optimizar cargas y la reformulación del modelo tributario para priorizar la eficiencia logística son ejemplos prácticos. El cambio en el sistema de recaudación de impuestos promovido por la reforma tributaria será clave para fomentar la innovación operativa, haciendo que los embarcadores prioricen la eficiencia logística sobre la fiscal. Especialistas estiman que la reducción del sector del transporte de carga carretero resultante de esta transición puede representar una disminución del 10 % en el consumo de diésel.
3. Sustitución Tecnológica
Solo mediante la sustitución de vehículos que utilizan combustibles fósiles por aquellos impulsados por fuentes renovables será posible descarbonizar de manera efectiva el transporte. Flotas impulsadas por biogás y biodiésel, hidrógeno verde y combustibles sintéticos, así como electricidad, ya están en desarrollo, aunque aún enfrentan desafíos de escala e infraestructura. Las asociaciones con embarcadores pueden acelerar esta transición.
Hasta que la sustitución tecnológica adquiera mayor relevancia, la compensación de emisiones mediante créditos de carbono se vuelve una estrategia esencial para mitigar impactos en el corto plazo. El crédito de carbono fue creado por la ONU en el Protocolo de Kioto en 1997 con dos objetivos principales: (1) aumentar la resiliencia climática del planeta para ganar tiempo en el desarrollo de soluciones definitivas, y (2) promover la transferencia de recursos financieros de países desarrollados hacia países en desarrollo, donde se encuentra la mayor parte de los bosques preservados del mundo. Es importante dejar claro que la compensación de emisiones no es, en ningún caso, una solución definitiva a los desafíos de la descarbonización, pero sí representa una herramienta clave de transición. Dadas las limitaciones estructurales del transporte carretero, esta estrategia es una alternativa importante para reducir el impacto climático del sector.
Detrás de estos pilares y sustentando todo el proceso, existe un conjunto de competencias fundamentales relacionadas con la contabilización de emisiones. No puede haber avances reales sin un entorno riguroso de medición, reporte y verificación de gases de efecto invernadero. Para los transportistas, monitorear y divulgar sus emisiones no solo es una exigencia regulatoria, como lo establece la Ley del Carbono en Brasil, sino también una demanda creciente de embarcadores por datos confiables sobre las emisiones asociadas al transporte de sus operaciones.
En el sector del transporte de carga por carretera, los embarcadores representan una fuerza creciente en materia de sostenibilidad ambiental, dada la presión que enfrentan para descarbonizar sus cadenas de valor. En el Reino Unido, por ejemplo, el Servicio Nacional de Salud (NHS) exige desde 2024 que proveedores con contratos superiores a £5 millones presenten planes de reducción de emisiones. Es inevitable que Brasil siga esta tendencia, y grandes embarcadores ya están incluyendo iniciativas de reducción de emisiones como criterio en la selección de transportistas. El movimiento global Sustainable Procurement Pledge (Compromiso por Compras Sostenibles), activo en Brasil desde 2024, tiene como principal objetivo fortalecer una postura ambientalmente responsable en las áreas de compras empresariales.
Dada esta realidad y considerando que distintos embarcadores tienen requerimientos específicos de descarbonización, se hace evidente que la descarbonización del transporte no ocurrirá de forma aislada ni uniforme. Desde la perspectiva del transportista, por más complejo que sea este escenario, representa una gran oportunidad para negociar y coordinar esfuerzos con los embarcadores. Aquí es donde las agendas se encuentran, se complementan y se hacen viables. Si por un lado los transportistas tienen la responsabilidad y el control del proceso, por el otro, los embarcadores tienen la necesidad y, por lo tanto, la responsabilidad de financiarlo. Algunos ya han comprendido este contexto y están incorporando un “premio” adicional en la contratación de servicios de transporte con atributos de descarbonización.
Desde el punto de vista de mercado, considerando que la economía está dando sus primeros pasos en la jornada de descarbonización, existe una ventana de oportunidad para que los transportistas abracen esta agenda con el objetivo de también obtener beneficios comerciales mediante una postura comprometida e innovadora. En otras palabras, la descarbonización del transporte de carga representa una oportunidad única para que los transportistas logren un diferencial competitivo, un atributo estratégico vital para las empresas del sector. ¿Y por qué este contexto es tan crucial? Porque la reforma tributaria transformará el sector del transporte de carga, eliminando operaciones basadas en la optimización fiscal y priorizando la eficiencia logística. Eso significa que los modelos de transporte creados para beneficios tributarios dejarán de existir. El equilibrio actual de fuerzas se desplazará a favor de los embarcadores. El diferencial competitivo será un componente clave en las negociaciones, mantenimiento y renovación de contratos.
La descarbonización del transporte carretero de carga se está convirtiendo en una obligación regulatoria y en un factor clave de competitividad. Una buena noticia es que las empresas ya cuentan con herramientas disponibles para implementar acciones efectivas de descarbonización en sus flotas. Otra buena noticia es la existencia de tecnologías como las desarrolladas por Verda, que permiten planificar y monitorear estas iniciativas y sus resultados, incluso con la participación activa y colaborativa de los embarcadores. Nos referimos a tecnologías que facilitan la construcción, formalización y seguimiento de planes de descarbonización entre transportistas y embarcadores, una práctica cada vez más relevante en la gestión sostenible.
La descarbonización de las economías es inevitable. Las regulaciones y leyes que impulsan este proceso son señales claras en esa dirección. Para los transportistas, ignorar esta realidad no cambiará el curso de los acontecimientos. Por el contrario, adoptar una postura proactiva e innovadora es el camino para asegurar competitividad y sostenibilidad en el futuro.